En un tiempo en que el patriotismo muchas veces se mide por palabras o símbolos externos, la vida de Santa Mariana de Jesús Paredes nos recuerda que el amor más profundo a la patria se manifiesta, sobre todo, a través de la oración, la penitencia y la entrega total a Dios por el bien de los demás.
La "Azucena de Quito"
Mariana de Jesús Paredes nació en Quito, Ecuador, en 1618. Desde pequeña se distinguió por una vida de oración intensa, amor a la Eucaristía y un deseo ardiente de unirse a Cristo en su Pasión. Escogió vivir como ermitaña en su propia casa, dedicándose a la penitencia y a la intercesión por su país, que sufría en aquel entonces graves dificultades políticas y naturales. Mariana ofrecía sus sacrificios especialmente por la conversión de los pecadores, la santificación de los sacerdotes y la protección de su patria. Cuando una epidemia asoló Quito, se ofreció como víctima por su pueblo. Poco después de su muerte, la peste cesó milagrosamente, lo que hizo que fuera considerada como protectora de la ciudad.
Pío XII: Un modelo de verdadero patriotismo
El 9 de julio de 1950, el Papa Pío XII la canonizó, reconociendo su virtud heroica y su entrega al bien común desde la vida escondida. Durante su discurso de canonización, el Papa expresó unas palabras profundamente actuales:
“Mientras los hombres se matan unos a otros en feroces luchas, y el egoísmo y el odio siembran por doquier ruina y dolor, he aquí que Mariana resplandece con su ejemplo de una vida enteramente consagrada al bien de su pueblo y a la salvación de los hombres. (…) Ella amó a su patria con amor sobrenatural, y en vez de levantar banderas de guerra, elevaba al cielo sus súplicas y ofrecía su vida en holocausto.”
Estas palabras del Papa nos enseñan que el patriotismo cristiano no se limita a la defensa de intereses materiales o ideológicos. Santa Mariana de Jesús amó a su nación con un amor verdaderamente cristiano: intercediendo por ella, suplicando la misericordia de Dios y ofreciéndose como víctima por su salvación espiritual.
¿Qué significa hoy amar a la patria?
En un mundo herido por divisiones, tensiones políticas y guerras, el ejemplo de Santa Mariana de Jesús resplandece con fuerza. Amar a la patria es rezar por ella, pedir por sus gobernantes, por su conversión, por su fidelidad a Dios. Es también ofrecer nuestras pequeñas cruces por el bien espiritual de nuestra sociedad.
Ella nos recuerda que no hay arma más poderosa que la oración del justo. El amor verdadero no es el que grita más fuerte, sino el que se sacrifica en silencio.
Un llamado a los católicos
Hoy más que nunca, los católicos estamos llamados a imitar a Santa Mariana: a construir la paz desde el corazón, a reparar por los pecados de nuestro pueblo, a ser luz en medio de las tinieblas, no por medio de discursos ideológicos, sino con una vida de santidad silenciosa y ardiente.
Pidamos a la “Azucena de Quito” que interceda por nuestras naciones, que nos enseñe a amar verdaderamente a nuestra patria desde el Sagrado Corazón de Jesús, fuente de toda misericordia y redención.