Querido lector en Cristo,
Hoy, 13 de mayo, la Iglesia recuerda con amor y recogimiento la primera aparición de Nuestra Señora en Fátima, en el año 1917. En esa fecha, la Virgen María descendió del Cielo a un pequeño pueblo de Portugal para hablar con tres niños pastores. Su mensaje fue claro: conversión, oración, penitencia y consagración a su Inmaculado Corazón.
Han pasado más de cien años desde entonces, y hoy, con el corazón abierto a la gracia, le invito a que juntos nos hagamos una pregunta: ¿hemos cumplido con lo que Ella nos pidió?
Un mensaje urgente... que aún espera respuesta
Nuestra Señora no vino a Fátima simplemente a consolar, sino a advertir. Ella habló de guerras, persecuciones a la Iglesia, errores que se extenderían por el mundo. Pero también ofreció un remedio: la devoción a su Inmaculado Corazón. En palabras del Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, “la Santísima Virgen no solamente profetiza los castigos, sino que indica un remedio y promete la victoria”. Es decir, nos da una misión… y una promesa.
¿Cuántos, hoy, han tomado en serio ese llamado? ¿Cuántas veces hemos sido tibios, indiferentes, o incluso hemos callado cuando el mundo necesita testigos valientes del Evangelio? Nuestra Señora pidió el rezo del Rosario, la penitencia y la conversión. ¿Son estas prácticas parte de su vida diaria?
El papel de cada uno de nosotros
Usted, personalmente, puede ayudar a cumplir el llamado de Fátima. No piense que es algo que corresponde solo a Papas, obispos o grandes santos. Cada alma tiene su misión en el plan de Dios. Cada Rosario rezado, cada sacrificio ofrecido por amor, cada acto de reparación al Corazón Inmaculado cuenta.
Recuerde lo que dijo la Virgen:
“Muchas almas van al infierno porque no hay quien se sacrifique ni rece por ellas”.
Usted puede ser ese alma que reza, que repara, que ofrece. Usted puede ser parte del ejército silencioso de María que trabaja, día a día, por la conversión del mundo.
¿Qué falta por cumplirse?
El mensaje de Fátima no está en el pasado. Sigue siendo actual. Las guerras, la confusión moral, los ataques a la Iglesia, la indiferencia religiosa… todo esto nos muestra que el mundo aún no ha abrazado el llamado de Nuestra Señora.
El Dr. Plinio nos lo recuerda con claridad:
“Mientras no se practique esta devoción —el rezo del Rosario, la comunión reparadora, la penitencia, la consagración— los castigos continuarán. Pero cuando ella se practique, entonces vendrá la victoria.”
Entonces, ¿qué estamos esperando? ¿No es ya hora de volver el corazón a Dios?
Al final, el Inmaculado Corazón de María triunfará
Aunque el panorama parezca oscuro, no perdamos la esperanza. La Virgen prometió: “Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará.”
Esa promesa es segura. No es una posibilidad, es una certeza. Pero también implica nuestra colaboración. El triunfo vendrá, sí, pero cuanto antes lo abracemos en el corazón, más pronto lo veremos en el mundo.
Este 13 de mayo, le invito a hacer algo concreto: conságrese al Inmaculado Corazón de María, si aún no lo ha hecho. Repare sus ofensas. Rece el Rosario con más fervor. Y sobre todo, no pierda la fe.
Una invitación a actuar
Querido lector, no permita que este aniversario de Fátima pase como una fecha más. Es una llamada del Cielo. Es María, Madre de Dios y Madre nuestra, que baja para advertirnos… y salvarnos.
Usted puede ser instrumento de ese triunfo.
Oremos juntos, trabajemos juntos, reparemos juntos.
Y que, cuando llegue ese día glorioso, podamos decir: “Yo ayudé, yo respondí, yo estuve con Ella.”
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío. Inmaculado Corazón de María, sed la salvación del alma mía.