Si ya ha comprendido el valor inestimable de la Sangre del Redentor, si ha meditado su poder salvífico, si ha respondido al llamado de la Iglesia a honrarla con fe, entonces no puede pasar por alto una de las formas más sublimes de tributarle culto: las Letanías de la Preciosísima Sangre de Cristo.
Estas letanías, rezadas con devoción, no son meramente una repetición piadosa. Son una proclamación de fe, una súplica humilde, una cadena de invocaciones que elevan el alma y estremecen al infierno. Cada invocación es una lanza de luz contra las tinieblas. Cada título dado a la Sangre de Cristo es una verdad profunda, revelada por la Iglesia, y ofrecida como escudo para quien las reza con confianza.
La voz de la Iglesia en cada súplica
Estas letanías, aprobadas por la Iglesia, son una de las joyas del tesoro espiritual católico. Nos enseñan a adorar la Sangre de Cristo no sólo por lo que hizo en el pasado, sino por su acción viva y constante en nuestras almas, en la Iglesia, en los sacramentos y en el mundo entero.
Recitarlas es entrar en un clima de adoración, de humildad, de entrega. No estamos recitando una fórmula vacía: estamos contemplando el precio de nuestra redención, glorificando a Aquel que derramó su Sangre por amor, y presentándola al Padre como súplica eficaz y agradable.
A continuación, le invito a leer —y a rezar— estas letanías con recogimiento y atención. Cada título tiene una profundidad teológica, espiritual y mística que toca las fibras del alma creyente.
Letanías de la Preciosísima Sangre de Cristo
(Fuente: Aleteia)
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Sangre de Cristo, unigénito del Padre eterno, sálvanos.
Sangre de Cristo, Verbo de Dios encarnado, sálvanos.
Sangre de Cristo, del Nuevo y Eterno Testamento, sálvanos.
Sangre de Cristo, derramada por la agonía, sálvanos.
Sangre de Cristo, vertida en la flagelación, sálvanos.
Sangre de Cristo, brotada de la corona de espinas, sálvanos.
Sangre de Cristo, derramada en la Cruz, sálvanos.
Sangre de Cristo, precio de nuestra redención, sálvanos.
Sangre de Cristo, sin la cual no hay perdón, sálvanos.
Sangre de Cristo, en la Eucaristía bebida y purificación de las almas, sálvanos.
Sangre de Cristo, río de misericordia, sálvanos.
Sangre de Cristo, vencedora de los demonios, sálvanos.
Sangre de Cristo, fortaleza de los mártires, sálvanos.
Sangre de Cristo, virtud de los confesores, sálvanos.
Sangre de Cristo, que hace germinar vírgenes, sálvanos.
Sangre de Cristo, fuerza de los tentados, sálvanos.
Sangre de Cristo, alivio de los que sufren, sálvanos.
Sangre de Cristo, consuelo en el llanto, sálvanos.
Sangre de Cristo, esperanza del penitente, sálvanos.
Sangre de Cristo, alivio de los moribundos, sálvanos.
Sangre de Cristo, paz y ternura de los corazones, sálvanos.
Sangre de Cristo, prenda de vida eterna, sálvanos.
Sangre de Cristo, que libera las almas del purgatorio, sálvanos.
Sangre de Cristo, digna de toda gloria y honor, sálvanos.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Ten piedad de nosotros.
- Nos has redimido, Señor, con tu Sangre.
R. Y nos has hecho para nuestro Dios un Reino de sacerdotes.
Oremos:
Oh Dios, que has redimido al mundo con la Sangre preciosa de tu Unigénito,
concédenos, te rogamos, que honremos de tal manera el precio de nuestra salvación,
que por su poder seamos protegidos en la tierra
y podamos gozar eternamente de su fruto en el Cielo.
Por Cristo Nuestro Señor.
Amén.
Una oración para tiempos de combate
Estas letanías no son sólo para momentos de recogimiento espiritual. Son una verdadera armadura para el alma. Se pueden rezar:
- En momentos de tentación o lucha interior
- Para proteger el hogar, la familia y los hijos
- Como reparación por las blasfemias y sacrilegios contra el Cuerpo y la Sangre de Cristo
- Por las almas del purgatorio
- En vísperas de decisiones difíciles o grandes sufrimientos
Y, especialmente, en este tiempo de apostasía silenciosa y relativismo, rezar estas letanías es una declaración pública de fe, un acto de confianza en el poder redentor de la Sangre de Cristo, y una súplica ardiente por la victoria del bien.
Una práctica sencilla, pero poderosa
Le animo, de todo corazón, a imprimir estas letanías, a llevarlas consigo, a enseñarlas a sus hijos, a rezarlas en familia. Hágalo con amor, con confianza, con reverencia. Porque quien se refugia en la Sangre del Cordero, jamás será vencido.
Y si aún no lo ha hecho, descargue también la Novena a la Preciosísima Sangre y únase a esta corriente de reparación y esperanza.
📥 [Descargue aquí la Novena a la Santísima Sangre de Cristo]