Día de San Pío V: ¿Tenemos una fe como la suya para confiar en grandes milagros?

Permítame hoy invitarle a reflexionar sobre una de las más impresionantes victorias de la Cristiandad: la Batalla de Lepanto. Una victoria no solo forjada por valientes soldados, sino, sobre todo, conquistada por un Papa santo que supo implorar con fe invencible la ayuda de Nuestra Señora.

El Dr. Plinio Corrêa de Oliveira, en su artículo “San Pío V, el Pontífice de la Batalla de Lepanto”, nos recuerda cómo el Papa San Pío V no se apoyó únicamente en estrategias humanas para defender a la Cristiandad de la amenaza otomana. Mientras las naves cristianas surcaban el mar hacia el combate, él, arrodillado, levantaba sus ojos al cielo, rezando el Rosario sin cesar, confiando plenamente en el auxilio de la Virgen María.

Dice el Dr. Plinio:
“No fue por el número ni el poder de las armas que se ganó la batalla de Lepanto, sino por la confianza que San Pío V puso en Nuestra Señora y en su intercesión omnipotente.”

Qué lección tan poderosa para nosotros. ¡Qué analogía tan profunda entre aquella fe ardiente y los tiempos que vivimos hoy!
San Pío V sabía que, humanamente, la derrota era posible. Pero su fe no se limitaba a creer en pequeños favores; él pidió, y esperó, un milagro monumental. Y la historia registró la intervención extraordinaria: las fuerzas cristianas, contra toda expectativa, vencieron.

Ahora bien, le pregunto:
¿Nuestra fe es tan grande como para confiar y pedir milagros así de grandes?
¿O nos hemos acostumbrado a pedir a Dios solo favores pequeños, como si olvidáramos que para Él nada es imposible?

Hoy, como en Lepanto, el cristianismo enfrenta amenazas enormes. La fe se ve acosada, los valores se tambalean, y pareciera que el enemigo tiene todas las ventajas. ¿Nos rendiremos? ¿O imitaremos a San Pío V, clamando con fervor a Nuestra Señora, confiando en su protección y esperando con audacia un milagro?

La Virgen Santísima no ha cambiado. Su poder ante Dios es el mismo. Solo necesita de nosotros un acto de fe profundo, como el de San Pío V.

Termino con otra cita luminosa del Dr. Plinio:
“Cuando todo parecía perdido, el mundo cristiano se salvó porque un santo tuvo fe en la Reina del Cielo y rezó sin cesar.”

Querido amigo, ¿tendrá usted esa fe? ¿Tendré yo esa fe?
Elevemos juntos nuestras súplicas a Nuestra Señora. Pidámosle no sólo soluciones pequeñas, sino milagros grandes, dignos de Su gloria y poder. El mundo necesita otro Lepanto. ¿Quién sabe si usted y yo, confiando como San Pío V, seremos instrumentos para alcanzarlo?

 

Artículo completo del Prof. Plinio Correa de Oliveira: https://www.accionfamilia.org

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