Hay momentos en la historia en los que los ataques contra lo sagrado parecieran intensificarse. Como si las tinieblas, sintiendo que pierden terreno, redoblaran sus golpes contra aquello que más odian: la presencia maternal de la Santísima Virgen en el mundo. ¿Y acaso no estamos viviendo un momento así?
El informe de los recientes ataques y blasfemias contra Nuestra Señora de Guadalupe en 2025 —desde imágenes profanadas en universidades, hasta altares devastados por odio irracional y grotescos intentos de fusionar su imagen con cultos macabros— debería estremecer a cualquier corazón católico. No se trata de simples ofensas culturales ni de polémicas pasajeras: son heridas infligidas al rostro espiritual de nuestra Madre.
El odio a la Virgen: un signo de los tiempos
¿Qué explica este desprecio creciente contra la Reina del Cielo? ¿Por qué, en tantas partes del mundo, su imagen provoca la furia de quienes rechazan todo lo que es puro, todo lo que es maternal, todo lo que es sagrado?
La historia siempre ha sido clara: cuando la fe se debilita y la moral se corrompe, el primer blanco del enemigo es María. Porque Ella es el Canal por el cual vino Cristo al mundo. Porque Ella aplastará la cabeza del dragón (cf. Gen 3,15). Porque su sola presencia desenmascara la mentira.
Que en un mismo año se vean obras blasfemas, altares destruidos, sacrilegios, parodias satánicas y profanaciones, no es casualidad. Es una señal. Pero también es una invitación.
Y precisamente hoy… comienza la Novena a la Medalla Milagrosa
Qué misterioso es que, mientras el mundo intenta manchar la devoción mariana, la Iglesia nos abra hoy la puerta a una de las gracias más luminosas: la Novena a la Medalla Milagrosa.
En 1830, cuando Francia atravesaba revoluciones, violencia y hostilidad anticristiana, la Virgen se apareció a Santa Catalina Labouré. La noche del 18 de julio, y luego el 27 de noviembre, mostró la medalla que sería un escudo contra los ataques del demonio. Y le dijo palabras que hoy resuenan con una fuerza profética:
“Las gracias serán derramadas sobre todas las personas que la lleven con confianza.”
¿No es este el contraste más elocuente? Mientras unos destruyen imágenes, María ofrece protección. Mientras unos levantan ofensas, Ella extiende gracias. Mientras unos intentan instalar tinieblas, Ella abre un canal de luz.
La Medalla Milagrosa es, en cierto modo, la respuesta del Cielo a estos tiempos convulsionados.
¿Y usted? ¿Cómo responde hoy a este combate?
La pregunta no puede evitarse:
¿Qué hace usted cuando la Virgen es insultada?
Envié sus intenciones directamente al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe
¿Reza? ¿Repara? ¿Ofrece sacrificios?
¿Vive como verdadero hijo de María?
¿O permite que el ruido del mundo le apague la indignación santa?
La Novena que hoy comienza no es una devoción más. Es un llamado estratégico, como si el Cielo nos dijera:
“No teman. Yo sigo aquí. Llévenme en su pecho. Oren. Reparad.”
Que esta novena sea nuestra respuesta
Si la Virgen es atacada, nosotros la honramos. Si su nombre es blasfemado, nosotros lo proclamamos.
Si sus imágenes son profanadas, nosotros la llevamos en el corazón. Si la iniquidad crece, nosotros hacemos crecer la devoción.
La Novena a la Medalla Milagrosa es, entonces, más que una preparación espiritual: es un acto de fidelidad, un escudo, un homenaje, una reparación, una declaración de amor.En tiempos oscuros, María vuelve a irrumpir con un signo luminoso. Los ataques contra Ella no deben desanimarnos, sino despertarnos. Porque donde el enemigo siembra destrucción, la Virgen hace brotar gracia.
Hoy, en el inicio de esta novena, no olvide que la victoria final pertenece al Inmaculado Corazón.