La Presentación de la Virgen María: el misterio de una infancia totalmente entregada a Dios

La Presentación de la Virgen María – Una infancia totalmente entregada a Dios
La fiesta de la Presentación de María revela un misterio silencioso y grandioso: la Niña Inmaculada, llevada por Joaquín y Ana al Templo, se ofrece plenamente a Dios desde sus primeros años. Bajo una apariencia humilde y tierna, María poseía —como enseña la Tradición— una profundidad espiritual única, capaz de iluminar incluso los ambientes más fríos y decadentes.
Su entrada en el Templo fue un canto silencioso: pureza, obediencia y amor absoluto a la voluntad divina. Allí vivió en oración y recogimiento, formándose como el santuario vivo donde habitaría el Verbo.
Este misterio nos invita a examinarnos: ¿nos presentamos a Dios con la misma confianza y entrega? La Niña María nos enseña que la verdadera grandeza nace del abandono total a Su voluntad. Ella continúa llevando a sus hijos hacia Él; basta dejarnos conducir para que nuestra vida también se convierta en una ofrenda enteramente dedicada a Dios.
Cuando las tinieblas atacan a la Virgen: una llamada urgente en el inicio de la Novena a la Medalla Milagrosa

Cuando las tinieblas atacan a la Virgen – Una llamada urgente en el inicio de la Novena a la Medalla Milagrosa
Los ataques recientes contra la Virgen —profamaciones, blasfemias y actos de odio— revelan un signo de los tiempos: cuando la fe se debilita y la oscuridad avanza, el enemigo dirige su furia contra María, la Madre que trae a Cristo al mundo y cuyo Corazón aplastará al mal.
Justo en este clima de agresión espiritual, inicia providencialmente la Novena a la Medalla Milagrosa, el mismo signo que la Virgen entregó en 1830 para proteger, derramar gracias y combatir las tinieblas. Mientras unos destruyen lo sagrado, María ofrece luz, refugio y bendición.
La novena se convierte así en una respuesta necesaria: honrar a la Virgen donde es ofendida, reparar donde es atacada, y vivir como verdaderos hijos suyos. En medio del combate espiritual, el Cielo nos recuerda que la victoria final pertenece al Inmaculado Corazón.